
¿Quién esconde los sueños truncados y nos hace olvidar? ¿Dónde se almacenan las risas cuando alguien las apaga? ¿Qué puerta abrir para encontrar la educación que falta? ¿Por qué alguien puede borrar de un plumazo tanta vida? ¿Qué derecho ampara al criminal para sentir, como se siente, impune?
¿Qué hago mal cuando te digo “una más” y asientes? ¿Por qué admitimos la licencia de cambiar el nombre de las obras? ¿Hasta cuándo cargaremos con la herencia oscura de las sombras?
¿Qué hay que hacer?
¿Abrir? ¡Abramos! ¿Gritar? ¡Gritemos! ¿Seguir? ¡Sigamos! ¿Sumar? ¡Sumemos!
Pero jamás permitamos que nadie, nunca, ni a ti ni a mí nos levante la mano, ni de palabra, ni de obra.