-¡Hueles igual!, me dijo, mientras fundíamos en un abrazo más de diez años de ausencias.
Y se acomodaron mis sentidos en una danza de cariño, que no entiende de rencores ni de urgencias.
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-¡Hueles igual!, me dijo, mientras fundíamos en un abrazo más de diez años de ausencias.
Y se acomodaron mis sentidos en una danza de cariño, que no entiende de rencores ni de urgencias.