¡¡No soy López, soy Rodríguez!!
¡Enmienda, ……….!
De repente escuchó lo que había oído decir a su amigo: “Hay dos formas de llegar al desastre, sostener lo imposible y retrasar lo inevitable”. Entonces alzó los brazos, alcanzó la viga, acarició el nudo que había atado con esmero, agarró la soga, deslizó la cabeza, liberó el cuello y se desató.