Archivos Mensuales: febrero 2008

Gloria

La huella de un muslo ausente en el embozo, magnetiza su cuerpo hacia la cama vacía, cerrando los ojos estampa un beso en el silencio. Olor y humedad atraviesan sus poros y la llenan. Escucha el roce de las sábanas en conversación animada con su dermis. Un pensamiento voluntario convierte el algodón en unas manos repletas de ternura. Se abandona en la caricia que la eleva al Olimpo del deseo. Sorbida la voz de los sentidos, traspasada la piel, se acomoda en un cálido organismo que no entiende de relojes ni de urgencias.Cada gota de sudor, producida en esa entrega, evita el revés que se fuerza en provocar la indiferencia.

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Cena caliente

Dolores Campos In Memoriam

En el salón ya está todo preparado. La mesa ha quedado preciosa con ese mantel de algodón crema, también ha sido buena elección la vela roja; y la rosa, dejada caer en la esquina mirando al centro. La delicada vajilla de porcelana, luce cual debutante sobre el bajo plato verde oscuro, rodeada por una legión de cubiertos de plata perfectamente formada y escoltada por ese destacamento de cristal de bohemia. La servilleta, de hilo por supuesto, a la izquierda, doblada de forma rectangular y con los bordados bien visibles.

El cava en el congelador y los ingredientes dispuestos en el poyo de la cocina, su laboratorio.

Mientras se pone el delantal y se lava las manos, una sonrisa picarona y lasciva aparece en su cara. ─ ¡Hoy no podrá resistirse! ─ piensa, cogiendo de la alacena el libro de cocina. “Comida Afrodisíaca” dice la portada en letras grandes y amarillas sobre fondo negro. El marcador en la página 46. “Menú para una cena caliente”, lo eligió esta tarde momentos antes de salir al mercado. Grado de dificultad 3. Tiempo de preparación 45 minutos. Nivel de precio asequible. ─ ¿Asequible? ¡Ese cocinero no ha hecho la compra en su vida!, en fin ¿que importa? La ocasión lo merece o ¿no?

IlusiónMaría llegará en poco más de una hora, perfecto, le sobrarán aún quince minutos para darse una ducha y vestirse el traje gris que acaba de llegar del tinte, sabe que a ella le gusta; un día que lo llevaba puesto le dijo ─¡Mira! ¡Qué guapo estás! ¡Tú no vienes a trabajar, tú te vas de fiesta! Pues sí, hoy se va a dar una fiesta con su traje gris.

De primero “Jardín del Edén”. Una ensalada de hojas verdes. Cuatro variedades de lechuga revueltas con dados de papaya, manzana y aguacate, regadas con néctar de pasión en forma de hilos. Esa mezcla de miel de Sigue leyendo

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Incompetencia

Si tenía tanto poder que no podía dejar de tener poder, ¿tenía o no tenía?

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Reflejo

    Desde hace tres meses, entra en su casa a oscuras para no enfrentarse al espejo que ha colocado en el recibidor. Se lo regaló su madre, y aún no entiende que ella, hasta ahora ejemplo de elegancia y distinción, le hiciera llegar algo tan insensible y cruel.

    En un par de ocasiones, por descuido, ha visto su reflejo. La turbación ha sido tal, que lo habría roto en mil pedazos de no ser supersticioso. Parece un chismoso impertinente que no se detiene con devolver la imagen. Fiscaliza sentido y sentimiento proyectando sin tapujos voluntades y conciencias.

    Y también tres meses para, extraviada en el suelo, una placa. En la placa una inscripción:

Dorian Gray

Basilio Hallward. 1890 Oscar Wilde

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La senda del baño

Suele contarse los cuentos antes de escribirlos. Junta frases en su cabeza para ver si concilian. Las palabras están por todas partes, en una luz atravesando una rendija o en la aspereza de la madera virgen. En las campanas de la iglesia o en el humo de un cigarrillo encendido. Sólo tiene que atraparlas, digerirlas y esperar. En ocasiones, una de ellas, si no tiene fuerza en soledad, vaga huérfana días y días en espera de otra con quien enlazar.

Anoche, una entradilla que escuchó en el telediario se coló directamente a su estomago, “27 llamadas por hora al 016”, y ahí está, aún no sabe que hacer con ella.

Esta mañana, con el timbre del despertador una oración entera se paró en su frente. La senda del baño. El día se prometía fértil, le pareció el título sugerente de un relato. Lo escribió en mayúsculas encabezando la página y se fue a desayunar. Una hora más tarde ninguna palabra había salido a su encuentro. En su mente se balanceaba sola la frase de anoche, la escudriñó una y otra vez buscando una alianza con su escrito, pero fue inútil. Mientras esperaba, pensó en ocupar su tiempo con otras tareas y poco a poco aparecieron algunas.

Doméstica, llegó con el sistema de apertura retardada en la lavadora, y Polvo, aunque la vio en la mesa del salón, traía de coletilla la cuarta acepción y tenía más aspecto de Nieve. Tratos, Reducir y Malos, las trajo de la calle cuando volvió de su paseo. Dejar, De y Frecuentar, vinieron sin saber por donde, reclamando un espacio delante del título. A Violencia y Consumo, las encontró entre las cartas cuando abrió el buzón y Respeto era la anilla metálica que agrupaba las llaves.cadena.gif

El resto del día nada, como si se hubieran secado sus sentidos, no ha conseguido hilarlas. Ahora, de repente, cuando había encontrado un cabo del que tirar, un obsceno interrogante ha recubierto su maraña y la está empujando a desistir:

¿Será quizás que este cuento, no quiera ser contado?

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